Carrie

Maine, 1974. Un joven aspirante a escritor con serios problemas de alcoholismo decide que la novela que acaba de escribir sobre una joven con poderes psíquicos es una basura y se deshace de ella; su joven esposa -desde aquí, Tabitha, gracias- rescata la novela de la basura y le anima a publicarla.... el resto es historia. Así nace Carrie, novela que tuvo el éxito suficiente para que Stephen King pudiera dedicarse en exclusiva a la escritura.

Carrie no es su primera publicación porque llevaba escribiendo y siendo leído por otros desde la adolescencia, pero sí es su primera novela publicada y su primer éxito editorial; muy pocos autores pueden presumir de haber vendido más de un millón de copias de su primera novela en su primer año. El éxito de esta ópera prima fue tal que fue llevada al cine por Brian de Palma solo dos años después de su publicación y se convirtió automáticamente en un clásico del cine de terror; dos de sus protagonistas, Sissy Spacek -Carrie en la película- y Piper Laurie -Margaret White, madre de Carrie- fueron nominadas al Óscar.

Carrie es la hija adolescente de una fanática religiosa que sobrevive en el instituto entre el ostracismo y el acoso. La novela se narra mirando hacia el pasado, desde el primer momento sabemos que no ha acabado bien, que el pueblo ha sido destruido por sus poderes y mucha gente ha muerto, y con esa premisa vamos a ir reconstruyendo qué ha pasado exactamente y el lector tendrá la responsabilidad, como juez y jurado, de decidir si Carrie fue víctima de lo que le pasó, o verdugo, si hizo lo que hizo llevada por una calculada venganza o cegada por la ira.

Carrie no es una chica normal, no es particularmente guapa y va vestida como lo que es: la hija adolescente de una fanática religiosa que se refiere al pecho como bultos cochinos